viernes, 18 de diciembre de 2009

fin de año

Fin de año, verano, adornos rojos y dorados en los comercios, oficinistas hipnotizados por la vista de los parque coqueteando desde las ventanas, las ojotas, los perros cambiando el pelo, los precios escalando los bolsillos, la plena cotización del rubro “regalo” en la City porteña, aguinaldos, el sol que nos hecha de la cama, la gente que toma mate en las veredas del barrio, el pavimento atrapando moscas, las mujeres bronceadas mas lindas que nunca, los hombres mas mirones que siempre, el colectivo recodándonos nuestra corporalidad, enero en la punta de la lengua y todo lo que eso significa.
Algunos nos miramos al espejo del pasado reciente, enfocándonos en eso que tenemos adentro de los ojos, adentro de las pupilas negras. Otros avanzamos hacia adelante nomas, rociando el suelo con la punta de los pies, pero lo cierto es que es una gran época, una época tan grande que se merece el numero más grande: el 12, el diciembre.
Es inevitable pensar un poco en diciembre. Pensar en que hicimos, a donde apuntamos la flecha, que barrimos debajo de la alfombra. Si dijimos eso que siempre pensamos a esa persona, o nos quedamos callados encallando en nuestras cordialidades. Pensar en Si nos reímos con la boca llena de dientes, si nos lavamos la cara con el agua salada de nuestras lagrimas.
Estamos listo para tirarle las putadas correspondientes a las desgracias y los desamores ; s y las dulces flores a las gracias y los amores. Revisar. Revisemos. A quien … ¿A nosotros mismos? También, no tanto. Revisemos mas al gran protagonista de esta gran época: el TIEMPO.

Esta categoría a priori merece de nuestra reflexión. Pasémosle el peine de los piojos, mirémoslo de arriba a abajo con los ojos claros de la mañana, sintamos como se apoya en nuestros parpados cansados, en las líneas de nuestra cara, en el tamaño de nuestros hijos.
Ahí esta presente, listo para mostrarse, listo para explotar en los fuegos artificiales de esos vecinos con más dinero que nosotros que comparten su cielo multicolor con el barrio. Listo para comenzar de 0, para pasar del 12 al 1. Inexorable. Sin voz y sin forma esta tiempo, el dueño de estas fechas.
Hay muchos abrazos en esta época, todos nos saludamos sin vergüenza, festejando que estamos vivos, que nosotros sobrevivimos a la jungla de los días. Que todavía tenemos dentro bronca, baba, risa, lagrimas, inocencia, lujuria, paz, olores, sudor, crueldad, egoísmo, amor. Todavía lo tenemos y todo esto está ahí latiéndonos en los capilares, en las venas, en la aorta.
Yo estoy viva, esto moviendo los dedos arriba de este teclado en esta casa, en este barrio, en este país que me dio y me quito mucho. Me hago cargo de mi año. Lo puteo, lo abrazo, lo pellizco, le hago cosquilla… lo pienso y me pregunto si soy de esas que piensa que a fines de diciembre todo al fin termina o de las que piensan que todo empieza.




>Este texto es parte de un trabajo mas amplio denominado "Diciembre"