Algo se detuvo y el silencio nos reventó los tímpanos. Sentimos, casi sin creerlo, como tu ritmo se diluyo en el fluyo del tiempo y espacio (eso que llamamos vida). Vos perdiste el camino y nosotros ahora estamos acá, dando vueltas, viendo como retomanos el nuestro.
Algo no avanza y se nota. Solo queda el silencio que nos enloquece. Tu silencio.
Cada uno de nosotros se agarra ahora con todas sus fuerzas a esas cosas que mas quieren de vos, para sentirte cerca. Cada uno configura tu imagen a su manera, pero en ese recuerdo disímil nunca falta la sonrisa.
Vos no sos una imagen quieta en nuestras fotos, o un monigote bailando el paso secreto en un video, sos nuestro amigo. Sos risa, sos aventura, sus un helado, un hecho, un ser con savia, sos algo completo que habita y late adentro nuestro para siempre.
Es raro como ahora todo lo tuyo resalta, tus dedos largos en la guitarra, tus antebrazos de popeye, tu postura, tu risa, las ultimas cosas que nos dijiste, las primeras.
No vas a dejar de existir en nosotros Moncho, porque lo que vos fuiste mientras te tuvimos alcanza para que vivas siempre en el ritmo de nuestra vida, o lo que nos queda por pisar.
Y ahora, nada, a dejar que la tristeza se nos borre con el recuerdo de tu sonrisa. A dejar que te ubiques, tranquilo como siempre en el memoria. Y ahora a acordarse de eso que dijiste siempre “vos dale tranca que arriba seguro que hay algo”.
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