jueves, 1 de septiembre de 2011

Desde Candela!


Hoy comporto con muchos la sensación amarga de como termino el caso Candela Rodriguez. Esa sensación colectiva de que una niña de 11 años no debe ser asesinada, JAMAS. Pero pienso otra cosa que no he escuchado:Hay gente mala. Muy mala. Pero también hay gente irresponsable. Muy irresponsable.

La gente mala, es el asesino. El hombre o mujer que, por alguna razón (ojala ha justicia eche luz sobre todo el asunto), secuestro a una nena y después la asesino. Esa persona es mala y me duele en el alma que seamos una especie que sea capaz de hacer cosas con tanta maldad.

Pero también hay gente irresponsable. Pienso. Porque el o la asesinx la mató finalmente?. La mato, sin abusar de ella sexualmente y sin haberla violentado físicamente. No habrá sido la sobreexposición que lo llevó a estx tipx a pensar que no queda otra que borrar la mayor evidencia, es decir el testimonio de la nena? Que ya estaba todo muy toqueteado, muy visible.

No hubiera sido mejor que el caso se arreglara entre la policía y el asesino, sin tanta exposición mediática? Yo (y es mi humilde opinión) pienso que los medios de comunicación, no aportaron. Todos tal vez tuvieron buenas intensiones de hacer visible un hecho una cara, para que alguien que vio algo aportara pruebas. Pero no funcionó. Y yo dudo ahora si esa sobreexposición fue lo que llevó al peor de los finales.

Otro tema. A ver, yo entiendo que no es fácil, llenar un 24 hs de programación de noticias, pero es necesario llenar todos los espacios con detalles morbosos de cómo estaba el cuerpo. De qué sabor eran las lágrimas de la madre. El video. Y lo peor la musiquita sugerente apuntando a la emotividad de los televidentes. Horrible. Innecesario y hasta irrespetuoso.

Hay mucha maldad, pero también mucha irresponsabilidad. A saber. Hay más de 200 chicos perdidos en la Argentina. Muchos fueron sustraídos por un familiar, otros se escapan de sus casas por que papa o mama no los dejar hacer tal cosa, otros son chicos con dificultades para decir quienes son y se pierden. Hay cientos de historias, y la gran mayoría no termina en ese trágico final. Por lo que hay que ser cuidadoso y evitar provocar psicosis en la sociedad.

Cuando mostramos mucho algo dejamos de ver el todo.

La irresponsabilidad de muchos de nosotros se vio reflejado en como se manejo la situación. Ojala todo esto sirva para que en el futuro, si una situación similar sucede sepamos manejarlo mejor y evitemos la tragedia.



Este texto es una opinión, no es una verdad científica ni irrefutable. Es una reflejo de mi subjetividad. Epa, a no enojarse si no compartís conmigo. Mi verdad es tan verdad como la tuya.


Y como siempre. SI queres usar este texto para leerlo, copiarlo, reproducirlo total o parcialmente, bordarlo en una almohada o escribirlo en una tarjeta de cumpleaños, hacelo tranquilx, pero CITA LA FUENTE!

Saludos y hasta la próxima.




lunes, 11 de abril de 2011

La insoportable inmutabilidad del ser

Que tristeza, las personas nunca cambiamos. Nunca, ni porque nos mudemos de continente, ni que cambiemos amistades, ni la terapia, ni yoga, ni la lotería, ni una lobotomía.

Es la condición humana. Ese entretejido enmarañado de sistemas de ideas, de recuerdos del pasado, de relaciones familiares, dejos de infancia, de conflictos. Somos un nudo de hebras de materiales extraño. Gritamos, cojemos, reímos, lloramos, sudamos, actuamos, disimulamos, puteamos. Somos básicos.

Pero no nos engañemos pensando en que estamos sintiendo otras sensaciones y modos de ser novedosos. Podemos estar en una etapa diferente del camino, pero la esencia es la misma, el sentimiento madre, la materia prima de todo no cambia. Que tristeza.

Amputados nos mostramos tan básicos. No podemos experimentar caracteres diferentes, no podemos decir “Te prometo que no lo haré nunca más”. “No sé que me paso, yo no soy asi”. Adentro de todo somos lo mismo.

Hoy me miro en el espejo y me veo con las mismas pulgas de cuando era niña. Hoy son rascacielos, antes eran casitas de palitos de helados. Es lo mismo. Yo tenga a la misma nena en la sangre. Camino en sus pies.

Me miro pensando en que no es tan malo, que soy la autentica, la única, la fiel, la que siempre obedece a su mismo yo, a las mismas estructuras en sus andares.

A quien engaño. La lucha es hastiante. El desgaste de pelearla. De intentar ser mejor persona, cachetear a la otra, a la que soy y no quiero ser.

Corregirla, vendarle los pies como en japonpon, cambiarle el chips, internarla en el sauce, dejarla que se consuma en su propia combustión. Sería alegre. Cambiarme los bemoles, mostrarme en el deseo en la garra, despegar, desnudarme la piel y dejarme los huesos pelados de fobias y mezquindades.

Me han dicho que podemos hacer algo sobre lo inmutable, mirarlo desde el otro rincón, pararse en la otra vereda, sacarle los velos.

Pero es triste, es triste sentirse tan tieso. La muerte nos chupa los talones con esa lengua ardiente, y nosotros sobre los círculos de las baldosas.

miércoles, 5 de mayo de 2010

hambre



En este mundo capitalista en el que vivimos, todo se reduce a objeto, tenemos de todos los bolsillos llenos de cosas que acumulamos. Acumulamos dinero, monedas, amigos, autos, kilos, amigos, amor. Esa acumulación es una necesidad esas ganas de locas de tener algo, lo que sea, pero tener mucho de eso, juntarlo, guardarlo archivarlo. Ambición, consumismo, egoísmo, avaricia? Tal vez. Pero lo cierto es que esa necesidad es real e inevitable, se parece a la sensación de hambre, y viene de la falta.

No podría reproducir las condiciones existentes en el mundo que nos llevarían a ser seres humanos que no tengan esa necesidad de llenarnos con cosas. Pero lo cierto es que las múltiples características de nuestra vida nos han provocado una falta. Suspiro.

Yo suspiro, porque no sé cómo manejar esa sensación. Pienso en lo que me ha faltado. No es mi intensión instalar en orejas ajenas las cosas, los afectos y las figuras que han faltado en mi vida. LO cierto es que sea como sea, hoy pienso en cómo no quiero sentir esa gula. Quiero mirarme a los ojos en el espejo denuda, con los bolsillos vacios y pensar en que tengo todo, en que estoy completa.
Situación idílica diré. No podemos evitar el círculo compuesto por la falta, el llenado, la insatisfacción, la falta, el llenado.

Estoy asqueada. He comido como una vaca y bebido como un adolescente. Tengo el pecho lleno de humo, los bolsillos rebosantes de monedas y pastillas entumecedoras, los oídos aturdidos de música y de gritos, la cabeza llena de idea, la nariz atestada de olores, los cajones saturados de ropa, el corazón repleto de amor y el hambre…ese hambre eterno de poseer que me clava sus puñales en el estomago profundo.
Desisto. No puedo. No puedo obviar el hambre, no puedo arrancarlo y me pesa. Me pesa tanto. Es tan inútil y tan inevitable. Me lamento. Me acuesto y me pongo a llorar, siento como las lagrimas se me deslizan por la nariz y caen en la almohada. Es inútil.

….

Me vuelvo a mirar en el espejo y me digo, que no estaré completa jamás, pero por lo menos lo intentare todo el camino. No puedo salir del círculo falta/llenado. No puedo. Pero si puedo mirarlo, sostener el círculo con una mano. Ese hambre, le pongo un color (es rojo) le pongo una forma (redondo). Lo incorporo entonces.

Miro mis faltas, las entiendo, las acepto. Miro mis necesidades, mi hambre, lo observo, examino de que está compuesto, cuáles son sus manifestaciones y ahí intento transgredirlo. No eliminarlo, sino atravesarlo. Lo convierto en palabras.
Prefiero mirarme al espejo y estar vestida de palabras, intentar saciar ese hambre con letras, comerme las z y las h, saborear las m y las x (que son picante). Siempre querré más. Siempre tendré el hambre en las tripas. Pero desde ese espacio intento sublevar mi naturaleza tan humana, tan de mujer.

Tal vez no lo consiga y continúe en la eterna búsqueda de llenar mis bolsillos. Pero ya no soy tan ciega y puedo mirar mi pelota roja, y no sentir tanto asco.

viernes, 18 de diciembre de 2009

fin de año

Fin de año, verano, adornos rojos y dorados en los comercios, oficinistas hipnotizados por la vista de los parque coqueteando desde las ventanas, las ojotas, los perros cambiando el pelo, los precios escalando los bolsillos, la plena cotización del rubro “regalo” en la City porteña, aguinaldos, el sol que nos hecha de la cama, la gente que toma mate en las veredas del barrio, el pavimento atrapando moscas, las mujeres bronceadas mas lindas que nunca, los hombres mas mirones que siempre, el colectivo recodándonos nuestra corporalidad, enero en la punta de la lengua y todo lo que eso significa.
Algunos nos miramos al espejo del pasado reciente, enfocándonos en eso que tenemos adentro de los ojos, adentro de las pupilas negras. Otros avanzamos hacia adelante nomas, rociando el suelo con la punta de los pies, pero lo cierto es que es una gran época, una época tan grande que se merece el numero más grande: el 12, el diciembre.
Es inevitable pensar un poco en diciembre. Pensar en que hicimos, a donde apuntamos la flecha, que barrimos debajo de la alfombra. Si dijimos eso que siempre pensamos a esa persona, o nos quedamos callados encallando en nuestras cordialidades. Pensar en Si nos reímos con la boca llena de dientes, si nos lavamos la cara con el agua salada de nuestras lagrimas.
Estamos listo para tirarle las putadas correspondientes a las desgracias y los desamores ; s y las dulces flores a las gracias y los amores. Revisar. Revisemos. A quien … ¿A nosotros mismos? También, no tanto. Revisemos mas al gran protagonista de esta gran época: el TIEMPO.

Esta categoría a priori merece de nuestra reflexión. Pasémosle el peine de los piojos, mirémoslo de arriba a abajo con los ojos claros de la mañana, sintamos como se apoya en nuestros parpados cansados, en las líneas de nuestra cara, en el tamaño de nuestros hijos.
Ahí esta presente, listo para mostrarse, listo para explotar en los fuegos artificiales de esos vecinos con más dinero que nosotros que comparten su cielo multicolor con el barrio. Listo para comenzar de 0, para pasar del 12 al 1. Inexorable. Sin voz y sin forma esta tiempo, el dueño de estas fechas.
Hay muchos abrazos en esta época, todos nos saludamos sin vergüenza, festejando que estamos vivos, que nosotros sobrevivimos a la jungla de los días. Que todavía tenemos dentro bronca, baba, risa, lagrimas, inocencia, lujuria, paz, olores, sudor, crueldad, egoísmo, amor. Todavía lo tenemos y todo esto está ahí latiéndonos en los capilares, en las venas, en la aorta.
Yo estoy viva, esto moviendo los dedos arriba de este teclado en esta casa, en este barrio, en este país que me dio y me quito mucho. Me hago cargo de mi año. Lo puteo, lo abrazo, lo pellizco, le hago cosquilla… lo pienso y me pregunto si soy de esas que piensa que a fines de diciembre todo al fin termina o de las que piensan que todo empieza.




>Este texto es parte de un trabajo mas amplio denominado "Diciembre"

jueves, 13 de agosto de 2009


Extraño,

Soñé que estaba con él, con el ausente en la montaña. El no había muerto y yo me reía de esa terrible joda que nos había hecho a todos. El se reía, se reía como siempre con los dientes separados y los ojos que ya empiezan a arrugarse.

Es curioso, siempre pienso que los ojos del ausente es lo único que denota que ya varias primaveras han pasado por esas pupilas. Como nos reíamos, estaba lloviendo y mi mama, que como siempre esta estaba abajo, estaba atacada de que yo estuviera arriba de la montaña con esa lluvia, todo resbaladizo.

Pero Ahí arriba no estaba sola, estaban además de los ausentes mis otros amigos, todos estabamos mojada sobre el suelo resbaladizo, ninguno estaba asegurado a esta reunion extraña. Y yo paranoica, aun cuando el terreno no era peligroso, los aseguraba a todos con mosquetones y cosas de seguridad.

Y él, el ausente estaba mas contento que nunca, haciéndome chistes como siempre, y como siempre se le iba la mano con las jodas y yo como siempre me hacia la enojada. Como siempre hago cuando intento hacerme la mujer respetable. Yo me hacia la enojada y le decía que me había hecho sufrir, como nunca. Sin embargo después de esta bizarra escena en donde la pesadilla había terminando me desperté, porque tenia calor, porque ya empieza a hacer calor en la cama y la pesadilla no había terminado y como siempre ya no tengo tantas risas y me pesa un poco mas despertarme a la mañana.