sábado, 26 de abril de 2008


Cuando las madrugadas se ponen lluviosas y tristes guarda el paraguas en el placar y sale a mojarse la cara. Las gotas de agua se escurre por su cara turbia y solo ahí se acuerda que esta viva. Las plantas de sus pies besan enamoradas la tierra mojada.
La noche se agota de verla y desde las estrellas se escurren limpios suspiros de rocio suaves, tan suaves.
Los astros silencios, se acercan curiosos para verla, verla respirar, lavarse, latir, avanzar, vivir. Ella sabe que la observan pero disimula mientras patina baldosas, renglones, saliva.
Toda mojada vuelve despacio, inquieta de pensar el espacio que deberá recorrer hasta el proximo paseo. Ese espacio que algunos llaman realidad, por suerte son los menos.

1 comentario:

Quijote dijo...

Me hiciste acordar a esa canción de Pastoral que dice: "Pisás las baldosas que te conocen...". Además hiciste que mi alma se trasladara por instantes a tu tierra y me devolviera esta vivencia que rescaté de los anaqueles olvidados de mi vida. Aquí va:


Seguramente en el cristal de un recuerdo pude observar esa presencia ineludible volando por alguna calle sin nombre. El otoño tiñe de naranjas todas las baldosas de una vereda de la "O. V de Andrade". Ya se van descorriendo los telones para que emerjas ¡Oh, Recuerdo! Como olvidar aquellas sombras que amedrentaban mi humanidad desde el sopor de la lluvia. Como aquellos sábados impetuosos sonríen los espectros que caminan en la eternidad de aquellas noches. Nos vimos sangrar las heridas mientras los destinos se separaban y no obstante, caro hermano, hoy te olvidas de aquello que hoy recuerdo. Tu olvidas porque ya no existes, yo recuerdo porque soy solo un mechón del viento.

Saludos!